Miami: donde el olor a gasolina se respira en cada esquina
Miami huele a gasolina (y a libertad)
No sé si alguna vez habéis olido un coche de carreras recién abierto. Yo sí. Y creedme: es un olor que no se olvida. Eso me pasó en Champion Porsche, el concesionario más grande de Estados Unidos, donde tuve delante una de las 77 unidades del Porsche GT3 R Rennsport. Abrirlo, olerlo, sentirlo. Pura magia. Algo impensable en España, donde parece que los coches se reservan solo para sesiones de fotos con modelos que ni saben arrancarlos.
Curated: el museo vivo de John Temerian
El viaje comenzó con John Temerian y su mundo en We Are Curated. Si eres un auténtico petrolhead, Curated es Disneyland. Coches únicos, históricos, icónicos… piezas de museo que se mueven, rugen y cuentan historias. Allí entiendes que en Miami el respeto por el automóvil se traduce en abrir sus puertas y compartir cultura, sin importar de dónde vengas.
Champion Porsche: donde Porsche late más fuerte
Lo de Champion Porsche merece capítulo aparte. No solo porque sea el mayor distribuidor de Porsche en EE. UU., sino porque es el concesionario que más kits de Manthey Racing monta fuera de Alemania. Allí todo gira en torno a exprimir al máximo cada 911, cada GT3 RS. Y sí, también allí nos abrieron las puertas sin mirarnos el número de suscriptores: en EE. UU. importa la pasión, no el postureo.
La vibra de Miami
En Los Ángeles percibí cultura racing. En Miami, lo que encontré fue showcar culture. Mucho supercoche, mucho hipercoche y colecciones privadas que, aunque en Europa también existen y con un nivel muy similar, allí están más expuestas y abiertas al público. En cada esquina, un rugido: Lamborghini, Ferrari, McLaren, BMW, Porsche. Desde el hotel, editando vídeos, escuchaba V12, V10 y bóxers como quien escucha gaviotas en la playa. Miami es ruido, color y exceso. Y lo disfrutas.
El contraste con España
Aquí llega la parte hater: en España es casi misión imposible que te dejen grabar en un concesionario. Te miran raro, te ponen pegas o directamente te ignoran. En EE. UU., sin conocerte, ya están pensando en cómo ayudarte. No importa si tienes un millón de suscriptores o mil: si respiras coches, te abren las puertas. Y eso, señores, marca la diferencia.
Un viaje para volver
Me quedé con ganas de Daytona, Sebring, Homestead… También de visitar The Group B o Zweck, que justo había celebrado un evento brutal cinco días antes del Monterey Car Week en California. El circuito de F1 de Miami, junto al estadio de los Dolphins, se veía a medias desmontado, pero ya deja claro que la ciudad vive por y para el motor.
Por todo esto, Miami no fue un viaje más. Fue el comienzo de algo que pide volver.